lunes, 2 de febrero de 2015

Inmortal Sigüenza



Sin duda, uno de los lugares más atractivos de la interesante idiosincrasia de una provincia como Guadalajara, no es otro  que esta hermosa y a la vez referente ciudad de Sigüenza. O si se prefiere, la antigua Segontia arévaca, de cuyos restos, trillados y roturados en una y mil faenas campesinas a lo largo de los siglos, apenas queda rastro, como ya afirmaba Don Manuel Pérez-Villamil a finales del siglo XIX, pero que, sin embargo, todavía conserva buena parte de ese arcano y primitivo esplendor, que hicieron de ella, una de las ciudades más importantes y poderosas de la época medieval. Desde la magnífica planta de su imponente catedral, la fortis seguntina, hasta el perdido esplendor de sus templos bizantinos, como el de Santiago o el de San Vicente, pasando por la magnificencia gótica de Santa María de los Huertos o la singularidad de la ermita de la Vera Cruz, sin olvidar, desde luego, la belleza y los misterios de su histórico casco antiguo, barrio que fuera de artesanos, donde todavía se conserva en pie la casa solariega de la familia más laureada del lugar, los Vázquez de Arce, de la que procedía aquél que quizás sea su vecino más internacional, el llamado Doncel; la singularidad de su calle y su Plaza Mayor o la antigua fortaleza actualmente reconvertida en Parador Nacional, son sólo algunos de los detalles que, unidos a los numerosos enigmas que plantean sus Patronas Marianas, hacen que una visita pausada a Sigüenza se convierta, después de todo, en una genuina cuando no fantástica aventura, algunos de cuyos pormenores, merece la pena conocer.