miércoles, 12 de septiembre de 2007

Albendiego: iglesia de Santa Coloma





'Del siglo XII al XV, pobreza de medios, pero riqueza de expresión; a partir del XVI, belleza plástica, mediocridad de invención. Los maestros medievales supieron animar la piedra calcárea común; los artistas del Renacimiento dejaron el mármol inerte y frío.'
[Fulcanelli: 'El misterio de las catedrales']


Declarada monumento histórico-artístico nacional en 1965, la iglesia de Santa Coloma llama poderosamente la atención, no sólo por la belleza del lugar donde se asienta -en las cercanías de la Sierra de Pela, a orillas del río Bornoba o Bornova- como por la exhorbitante riqueza artística y geométrica de su ábside, que se presta a multitud de estudios e interpretaciones. Enclavada a escasos 300 metros del pinturesco pueblecito de Albendiego -el número de cuyos habitantes apenas sobrepasa la cincuentena- se accede a ella siguiendo la encantadora senda de un camino, que produce en el visitante sensaciones parecidas a aquellas otras cantadas en verso por Antonio Machado cuando paseaba por las riberas del Duero.
Si algo destaca del paseo -aparte de las crucetas, orientadas hacia lo más alto de la Sierra de Pela, donde se ubica otra no menos curiosa ermita, la de Santo Alto Rey; la frondosidad de los bosques subyacentes y los árboles que lo flanquean- es la extraordinaria sensación de paz que se respira; sensación, por otra parte, que en cierto modo seduce al visitante, haciéndole pensar -y no erróneamente, en mi opinión- que encamina sus pasos hacia un lugar carismático y especial.
En concordancia con esta sensación, uno no tarda en divisar la fachada de la iglesia, elevándose, imponente, sobre los muros tachonados de gris y jalonados, a trechos, por sencillas crucetas de piedra, del Cementerio Municipal.
Antes de continuar, creo que es importante reseñar que, en términos etimológicos -reconozco que aprovecho parte de la información remitida por un buen amigo de la tierra de Berlanga- que el vocablo 'albendiego', aparte de connotaciones de origen árabe, como no podía ser menos -vendría a significar algo así como 'el hijo de Diego'- guarda también parte de sus raíces en la antigua lengua celta, en base a la cual, podría traducirse como 'fuente alta, o blanca, de Diego'.
Resulta curioso, porque ambas lenguas parecen hacer referencia a un nombre propio -Diego- aunque, según me consta, hasta el momento, nadie ha hecho referencia alguna a la realidad y motivo histórico de dicho personaje, y considero que puede ser un dato muy interesante a la hora de situar la posible importancia del lugar, saber exactamente quién era éste, sin desvirtuar el hecho de que la mayoría de apellidos -González, García, Núñez, etc, por poner un ejemplo- venían a hacer referencia, también, al indicativo 'hijo de'. ¿Se trataba, pues, de algún personaje de la nobleza de la época?. ¿De algún noble, quizás?. ¿De alguien lo suficientemente importante, como para dejar su impronta en el recuerdo de los habitantes del lugar?.
A este respecto, y como dato curioso -aparte de la plausible presencia templaria en la zona- añadir que, según 'fuentes' consultadas en Internet, el topónimo 'diego' -aparte de ser un nombre masculino de origen griego- es también una derivación medieval de Sant Yago o Santiago. Y ya sabemos todos, la importancia que este nombre conlleva no sólo en lo que se refiere al ámbito de la Península Ibérica, sino al resto del mundo en general. Si a esto, también le añadimos la cercanía a otra curiosa y en cierto modo, enigmática ermita, situada en uno de los lugares más altos de la Sierra de Pela y que luce, al menos en una de sus paredes interiores un evidente signo griálico, podemos tener el principio de un argumento -posiblemente menos complejo, aunque no por ello menos interesante- digno de las secuelas 'brownianescas' que proliferan en las editoriales hoy en día, y hacen -¿Por qué no reconocerlo?- las delicias de los lectores. Sobre esto, que cada uno saque sus propias conclusiones.
Pero volviendo otra vez nuestra atención a la iglesia de Santa Coloma y su entorno, sorprende la sencillez del pórtico -a diferencia de la riqueza artística y extraordinaria belleza de otros pórticos, como el de la cercana iglesia de Santa María del Rey, en Atienza, muy cerca del castillo- descrito en algunas guías como de 'arco gótico rebajado', siendo el motivo decorativo de sus capiteles, elementos vegetales y geométricos.
Ahora bien, a medida que uno avanza en dirección al ábside, comienza a apreciar detalles de sofisticación, ante cuya visión no queda, en absoluto, decepcionado.
No resulta difícil dejar vagar la imaginación cuando se contempla, en una especie de ménsula cilíndrica adosada a la pared, una exalfa o estrella de seis puntas (dos triángulos superpuestos), más conocida, quizás por la gente, como el 'Sello de Salomón', cuyo significado, como no podía ser menos, va mucho más allá de la simple explicación oficial basada en el conferimiento de un carácter oriental de sus autores.
Simbológicamente hablando, ésta exalfa o estrella de seis puntas, representaría el macrocosmos: 'la relación entre el universo y el hombre considerado como medida de todas las cosas, que se basa en el simbolismo del hombre universal y en la correspondencia que este tiene con los signos del zodíaco, los planetas y los elementos' (1).
En términos alquímicos, contendría los cuatro elementos primordiales: fuego, agua, aire y tierra, señalados individualmente por las puntas de los triángulos. De tal manera, que el triángulo cdon la punta hacia arriba, representaría el fuego; el triángulo invertido, el agua; el triángulo del fuego truncado por la base del triángulo del agua, representaría el aire; y el triángulo del agua truncado por la base del triángulo del fuego, representaría la tierra.
Por otra parte, en el otro extremo de la ménsula, encontramos otro elemento no exento de una rica simbología también: una estrella de ocho puntas.


[En construcción]
(1): 'Diccionario de Alquimia, Cábala y Simbología', José Felipe Alonso Fernández-Checa, Ediciones Publicaciones, 1ª Edición, junio 1993.

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